Epidemias, campeones de copa, guerras civiles.
Adivinar lo que ya ha ocurrido resulta bastante inútil.
Porque lo siguiente no será igual, sino distinto.
A pesar de lo cual, toda la atención, repetitiva e incansable, va siempre ahí; a lo ya acontecido.
Redes sociales, tertulianos, cuñados en la barra del bar.
Trump y coronavirus, Vox y Podemos, el Barcelona y el Madrid.
Regodearse estérilmente en los hechos consumados.
Porque es fácil.
Porque sobre lo ya ocurrido no hay riesgo en opinar.
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Y sin embargo…
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Inteligencia artificial, una joven promesa, la tensión entre China y Estados Unidos, el desastre ecológico.
Anticipar lo que va a ocurrir es lo interesante.
Pero de ello hablan muy pocos.
Porque requiere discernimiento.
Porque consiste en transformar la información en conocimiento.
Y en buscar los patrones que se repiten a través de la Historia.
Algo que no se encuentra en Instagram. Ni en el telediario.