El qué no lo controlamos.
Tampoco el quién.
Mucho menos el cuándo.
–
Y sin embargo…
–
Casi siempre controlamos el cómo.
De hecho, acción a acción, va definiendo quiénes somos.
O cuánto queremos conservar nuestra dignidad.
Por eso conviene recordar a Victor Frankl en “El hombre en busca de sentido”:
Actúa como si vivieras por segunda vez y la primera lo hubieras hecho tan desacertadamente como estás a punto de hacerlo ahora.
Incluso en las condiciones más trágicas podemos elegir quiénes queremos ser.