Los valores corporativos. Esos que aparecen en la página web. Tan aparentemente aburridos.
Son de todo menos inútiles.
Una de sus diversas utilidades consiste en que nos ayudan a evaluar a los miembros del equipo. O lo que es lo mismo, a ascender, contratar y despedir.
El terreno de las personas en una organización siempre es el más resbaladizo. De repente no hay guía ni sistema que nos ayude a comportarnos con objetividad.
Y es en ese momento cuando resulta que contamos con un aliado que nos saca de la viscosidad de lo emocional y lo psicológico: los valores que aprobamos hace unos años y que adornan la pared.
¿Esta persona demuestra tener esos valores? Está dentro. ¿No lo hace? Está fuera (una vez dada la oportunidad para cambiar).
Nunca algo tan teórico e impráctico se convirtió de golpe en un aliado tan útil.