La libertad, sí.
No hay por qué ponerla en duda.
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Y sin embargo…
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La libertad no es la clave.
Es la responsabilidad.
Es decir, el cumplimiento de las demandas que la vida nos va deparando, la respuesta adecuada a las preguntas que surgen en cada situación específica.
La libertad sin responsabilidad corre el riesgo de ser arbitrariedad.